“Duerme, ya tienes en tus manos
el azul de la noche inmensa.
Duerme, mi amigo…”
José Hierro
Hace algunos días, muchos años después de entrar al salón para recibir la última clase en la Universidad, pude disfrutar una comida acompañado de mis amigos, aquellos con los que estudié la carrera de Ingeniería. Camina el tiempo y con él, la nostalgia. Al ver reunidos a mis compañeros, escuchar sus chistes, platicar las anécdotas tantas veces contadas y no por ello tediosas, es imposible no percibir el eco de aquellas bromas en los pasillos del campus que sentía ya perdidas en el cajón de mi mente. Ella me dejan clara una gastada idea: “aquello que fui es lo que soy”.
Esa tarde tuvimos una buena conversación que se enriqueció con la infinita variedad de experiencias que los años y su huella han dejado en nosotros; sin embargo, faltó alguien que se fue. Nosotros, con tristeza, quedamos para recordarlo. Es algo que, a pesar de lo infortunado, pertenece a los hechos normales de la vida.
La repentina partida de mi amigo me hizo reflexionar que la muerte existe. Es algo que siempre intento olvidar, a veces, apoyado en momentos con las personas que estimo. Al no pensar en esa dura realidad, lo que intento es mantenerla lejos. A pesar que parece ser complicado, la misma rutina ayuda a convencerme que seré eterno. Para conseguirlo, debo despertar cada la mañana, alcanzar la noche, descansar y realizar ese esfuerzo el día siguiente. Entonces, cuando estoy a punto de lograrlo, llega un violento y repentino aviso que me recuerda todo esfuerzo es inútil. Algún día no estaré aquí.
Para poder estar tranquilo, trato de alejar una certeza: todo tiene un final. Intento fabricar una moderada monotonía, interrumpida a veces por eventos que la alteran un poco, pero que no llega a sacar de balance ese equilibrio; así mi vida es más tranquila. Si la actitud es vivir en el tedio diario, sin sorpresas, en el fondo lo que realmente intento es tirar a la basura algo de angustia. Pero no resulta, existen esos desafortunados eventos que me hacen reflexionar si la vida rutinaria es una decisión correcta. ¿Estar hasta cierto punto aburrido o intentar romper esa patética armonía? Aún no sé si es una cuestión válida.
Alguien dirá al respecto que lo mejor que debería hacer es “buscar tu propio ser, cambiar las cosas para lograr lo mejor…” pero no lo acepto. A pesar que se oye bien, se dice tan fácil que queda en el reino de la vaguedad. No tiene caso caer en ello, no se trata de corregir el rumbo, sobre todo cuando el único destino certero es aquel en el que no quiero pensar. Pero también es verdad que, en la ceguera del día a día, pierdo otras cosas, tan banales que no les doy importancia, como la sonrisa de aquel amigo al contar un buen chiste.
Tal vez por eso lo mejor de esa comida fue el momento en que comenzamos a discutir el presente y el futuro de lo que somos, esa plática con ideas diferentes, a veces encontradas. Discusiones sin el vanidoso objetivo personal de imponer criterios o enseñar algo a los demás; más bien el placer de aprender gracias a ellos. El hueco que deja su ausencia me recuerda que no puedo existir sin mi relación con los demás, por ejemplo: estas letras no tendrían sentido si nadie las leyera. Si esto es realidad, entonces parte de mi riqueza es la grandeza de los demás, razón aún más fuerte para arrancar las ramas de envidias y comenzar a ayudar a otros a ser mejores; no se trata de una cuestión de ayuda al prójimo, es una actitud que en el fondo es muy egoísta: si mis amigos son mejores, entonces yo soy mejor, así de fácil.
Hoy faltó alguien y sé que en parte él me dejó eso, soy mejor gracias a lo que me legó, no importa la distancia o el tiempo que haya pasado, la huella siempre queda. ¿Qué tanto? No lo sé, y prefiero no averiguarlo. Lo que es cierto es que esa tarde él hizo falta. Lo extrañamos, pero nos deja una sonrisa en su recuerdo.
Hermosas reflexiones Emilio, querido sobrino. Somos mientras alguien más exista para amarnos, reconocernos, propiciar los encuentros que sabemos fugaces, porque como dijo Antonio Machado, ” todo pasa y todo queda pero lo nuestro es pasar” mientras, te invito a disfrutar la lluvia, la nostalgia … Un abrazo a la distancia de un pensamiento. Mara