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Reforma necesaria

 

El sábado pasado, cuando salía de un supermercado, me detuvo un señor que tenía en sus manos una tabla con varias hojas. Al estar junto a mí me acercó sus papeles y pude ver que era una relación de firmas.

—Señor, disculpe que lo moleste, me podría regalar su firma para apoyar nuestro movimiento —me dijo el hombre—. Estamos recabando apoyo para que no se venda nuestro petróleo.

—Pero… primero explíqueme de qué se trata su movimiento, porque hasta donde sé México siempre ha vendido su petróleo.

— Bueno, es para que Peña Nieto y el PRI no se salgan con la suya, para que no pase su iniciativa de vender Pemex a los extranjeros —explicó con voz segura— Ya sabe, ellos siempre se quedan con toda nuestra riqueza. Necesitamos que el petróleo sea nuestro para terminar con la miseria del pueblo.

— Si yo firmo que estoy de acuerdo con su movimiento y se logra que la iniciativa no sea aprobada en el Congreso, ¿México saldrá de dónde está? ¿Acabará así con la pobreza?—le cuestione seriamente—. Usted, ¿sinceramente piensa eso?

—¡Claro!, no regalaremos nuestro petróleo —me contestó ofreciéndome la pluma que tenía en la mano—. Así usaremos las riquezas naturales de nuestro país y obtendremos beneficio para todos, en lugar de beneficiar a unos cuantos.

— Mire, el petróleo ha sido nuestro desde que Lázaro Cárdenas lo nacionalizó y la pobreza aún es enorme. ¿Qué hemos hecho todos estos años?

Me miró y contestó nada. Una hermosa muchacha pasó a nuestro lado, ella miró con curiosidad las hojas en la tabla del señor y entonces él se volteó para pedirle a ella su firma. Yo aproveché el momento para escabullirme.

Discutimos y peleamos como si el futuro de México estuviera contenido en la reforma energética, parecería que nuestro país solamente tuviera petróleo, gas y energía eléctrica. Somos mucho más que eso y para tener un buen futuro se requieren acciones que son complejas y entrelazadas. Las reformas estructurales son realmente necesarias, pero no son la solución definitiva a los problemas que nos agobian como nación. A veces, tenemos la falsa idea que los conflictos en México se pueden eliminar de manera instantánea, que solamente hace falta una fácil receta y así obtener rápidos resultados.424109_10150619409315622_1196260869_n

Muchas de estas discusiones tienen tintes electorales, sin un interés real en el largo plazo. Los políticos intentan, con argumentos simplones, convencer a las personas para que apoyen sus propuestas. Ellos dicen que tienen la solución al problema de miseria, que su propuesta es la única manera viable para el progreso de México y aseguran que el futuro de nuestro país sería catastrófico en caso de aprobarse las reformas de otros partidos. Los políticos se han convertido en modernos profetas que nos hablan de paraísos y calamidades, dicen que su palabra es la verdadera y que los demás partidos son demonios que nos llevarían a un futuro sombrío.

La realidad es mucho más complicada, no existen soluciones sencillas. La reforma energética es una herramienta inaplazable para dar una mayor velocidad al crecimiento de nuestro país, pero hace falta mucho más que eso. Tan importante como la reforma, es la manera en que será ejecutada, sus leyes secundarias, sus reglamentos y el día a día en la operación de la industria energética nacional. De nada servirá una reforma energética, cualquiera que esta sea, si no se elimina la cadena de corrupción que tiene presa a esta industria.

Por años la capacidad de saquear la riqueza de México ha sido enorme y sin un cambio de mentalidad este problema seguirá sin importar lo que digan las leyes vigentes. Ya sea en asociación con empresas privadas o sin ellas, la cantidad de dinero que está detrás de la reforma energética es una tentación muy grande para la gente en el poder. Pemex, además de ser una máquina que genera efectivo, es un instrumento que fabrica riquezas indecentes en políticos, líderes sindicales y empresarios. Se maneja tanto dinero en esta industria —en nóminas, ventas, compras, contratos, proyectos y muchos otros conceptos— que todo seguirá nadando en un mar de corrupción si no existe una honesta fiscalización.

Las modificaciones del Congreso a la Constitución y las nuevas leyes resultado de las reformas no son suficientes para obtener lo que México necesita. Las reformas necesitan de procesos detallados para funcionar y ahí está el pequeño detalle. Ningún partido habla de ello, nadie dice cómo se va a limpiar toda la porquería que ha estado en la industria energética nacional, nadie habla de una nueva manera de auditar esa industria, a su sindicato, a sus contratistas. Nadie dice nada porque los políticos siguen viendo la manera de obtener beneficio propio después de la reforma; ellos ven solamente el corto plazo, su corto plazo.

Yo no les creo a los políticos, a ninguno. Pueden prometer lo que quieran, pueden estructurar la mejor reforma energética posible, pero la verdadera reforma que México requiere y de manera urgente, es la reforma de valores. La honestidad, la lealtad, el sentido de comunidad y solidaridad (palabra que desgraciadamente está desgastada hoy en día) es lo que necesitamos. La realidad es que en México existe una gran impunidad, pocos aprecian la honestidad, nada pasa si se transgrede. Cualquier reforma será tiempo perdido si no recuperamos estos valores. Esa reforma no la hace el Congreso, no la hacen los políticos; la hacemos todos y debemos empezar ahora. Hacer que la honestidad recupere su valor está en nuestras manos, puede ser nuestra ventaja o nuestra desgracia, la decisión es nuestra.

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