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Saudade

Es tan sencillo como despertar a alguien y tan difícil como hacer que sueñe conmigo; la vida va girando de un extremo a otro, en un movimiento continuo, sin que pueda detenerla. Y, ¿para qué pararla si ese balanceo me hace sentir que estoy aquí, que existo para algo? Volteo la cabeza y encuentro  un buen amigo dormido en un lugar donde nunca esperé encontrarlo, una pequeña broma para despertarlo y recibo una mueca que cambia el color de la tarde.

Los momentos que aligeran el camino son así: simples y repentinos.  Son sorpresas al mirar en otra dirección, instantes que marcan el ritmo de nuestra alegría. Son destellos  alegres pero en su brevedad encierran un olor a tristeza más perdurable aún, porque con el recuerdo queda siempre el deseo de retenerlo y repetirlo y  la naturaleza del destello hace esta tarea imposible. Por eso las obras que más huella dejan en mí – personas, canciones, cuadros, novelas, poemas – son aquellas que hablan de ese olor triste que dejan los buenos momentos. El famoso “feeling blue”, o como dicen los brasileños: saudade. Una palabra que aún no se cómo traducir correctamente al español. Saudade  es más que extrañar a alguien o algo, es más que nostalgia, es una palabra que encierra la sensación de la imposibilidad de hacer realidad en el presente una alegría del pasado.

Recuerdos, memorias, momentos, alegrías, tristezas, decepciones, sinsabores, enojos, corajes, frustraciones; todo eso alimenta mi voluntad de escribir, para poder dejar en este espacio mucho de lo que me pasa, son cosas que solo tienen sentido en el momento que se viven y… cuando se recuerdan…

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