Agua que seduce al viento,
vuela entre árboles, rocas;
río que entrega su alma
en un gran vacío,
agua que abraza al cielo
sin saber que no existen caricias;
amor suicida que cae en riscos,
húmeda neblina, lágrimas
y ahí la piedra no canta
sólo observa en silencio
y el agua llora, se lamenta;
amor imposible, eterna caída
y un ave llega, vuela,
alas, dan consuelo;
agua que seduce al viento.
La muerte es algo inevitable, presente siempre, cada instante. Existen ocasiones en las que se lleva a una especie rara de hombre, ese que tal vez no debería morir: el poeta. Ocurrió días atrás, el martes 14 de enero, en la Ciudad de México despedimos al poeta argentino Juan Gelman, un hombre cuya vida estuvo marcada por el dolor de perder a su hijo y nuera, asesinados durante la dictadura impuesta en su país así como por la intensa búsqueda de su nieta, secuestrada poco después de nacer por los golpistas de Videla y finalmente, vivió en el exilio, del cual nunca quiso regresar.
Se cuenta que fue un gran hombre, podemos estar seguros que era un gran poeta, verdaderamente grande: ganó todo lo que había que conseguir en cuestión de premios: el Rulfo, el Reina Sofía de poesía y el Cervantes en 2007. Se fue el escritor, pero nos dejó una herencia invaluable: su poesía. En sus versos existe una voz que dice las verdades que hemos dejado de percibir en el ritmo de esta vida agitada. Aquí las palabras de Juan Gelman en su poesía “Sobre la poesía”:
… volviendo a la poesía/
los poetas ahora la pasan bastante mal/
nadie los lee mucho/esos nadie son pocos/
el oficio perdió prestigio/para un poeta es cada día más difícil
conseguir el amor de una muchacha/
ser candidato a presidente/que algún almacenero le fíe/
que un guerrero haga hazañas para que él las cante/
que un rey le pague cada verso con tres monedas de oro/
y nadie sabe si eso ocurre porque se terminaron
las muchachas/los almaceneros/los guerreros/los reyes/
o simplemente los poetas/…
Duras palabras; llaman la atención sobre la realidad que enmarca nuestro tiempo: nos estamos olvidando de ciertas cosas que no se pueden valorar en términos económicos, más valiosas que muchas de las que nos ofrecen a cambio de dinero. El mundo no solamente se compone de los objetos materiales que se producen, es claro que la creación de riqueza es necesaria para dar un mejor nivel de vida a los habitantes de un país. Trabajos dignos, buenos salarios, tener una posibilidad real de desarrollo para todas las personas, es la base de una sana convivencia social. Sin embargo, existe otro tipo de actividades que también son muy importantes, aquellas que indican el marco dentro del cual lo que se hace está dentro de los límites de la dignidad humana.
La filosofía es una de estas actividades, los filósofos siempre están abordando los temas fundamentales del ser humano y su desarrollo, ¿qué somos?, ¿qué hacemos?, ¿por qué lo hacemos?, ¿a dónde nos lleva lo que hacemos?; cuestiones fundamentales para no perder el rumbo, para no permitir que pasemos a formar parte de un sistema en el cual nos convertimos en otro ente económico más y perder nuestra personalidad individual, sin la capacidad de un crear futuro trascendente.
La creación artística es otra de las funciones que no pueden ser medidas en términos puramente monetarios. Es verdad que algunas obras de arte llegan a alcanzar precios increíbles en subastas, pero no es el objetivo del mismo. Es una de las desviaciones que hemos creado en este universo marcado por el interés económico. El arte impacta el sentir de aquellos que lo experimentan, ya sea al crearlo o al apreciarlo. Es una de las maneras de mostrar a la personas, en lo más profundo del pensamiento, los efectos de lo que ocurre en el mundo; se crea un diálogo entre el artista y el público, en donde el creador manifiesta su posición frente a la realidad que le rodea: las cosas que se hacen, cómo se hacen, los valores o la ausencia de los mismo en su entorno. De una manera similar a la Filosofía, el arte también nos hace ver el rumbo que llevan nuestras actividades, pero de una manera más sensible, más personal.
No debemos dejar atrás la poesía pues es una de expresiones artísticas que hablan con mayor fuerza acerca de lo acertado o equivocado que tenemos en nuestro camino como humanidad. El escritor, el poeta observa, siente, piensa y escribe acerca de aquello que sabe que debe ser dicho, que no puede quedar en silencio. No tiene el cómplice interés de callar las cosas con tal de obtener un beneficio (sobre todo económico), la necesidad de expresar por medio de la palabra lo que observa, decir de manera honesta lo que debe ser dicho, hace que sus ideas deban ser leídas con atención. No siempre hablará de la belleza de la vida, muchas veces pondrá el dedo en la suciedad, en la inmundicia que todos sabemos que existe pero que nadie habla de ella, como si el callar fuera suficiente para hacerla desaparecer.
La lectura lleva a lugares increíbles, nos hace existir en más vidas, en universos paralelos donde hay infinitas posibilidades de aventuras. Algunas veces evade el mundo, otras más lo analiza, en ciertas ocasiones da la oportunidad de plantear metas o lleva a lograrlas. El problema no es buscar un para qué leer, el verdadero meollo está en hacer que la gente le encuentre el lado útil a la lectura y de esta manera se pueda acercarse a ella. Los adolescentes preguntan: ¿Para qué leer, para qué poesía? Para enamorarte de ti mismo, del ser humano, para apreciar ese lado digno que debemos tener, esa es la respuesta. Ellos, que están carentes de algo que los ancle a la existencia, obtienen en la visión que puede dar la poesía la fuerza necesaria para conquistar los sueños y crearlos.
Para eso existe la poesía, Bécquer lo define muy bien cuando dice: “¿Qué es poesía? –Poesía eres tú.” Pues bien: Poesía eres tú que caminas por la calle, que trabajas, que luchas por un lugar en el mundo donde no hay espacio. Poesía es el vecino, el familiar, el amigo, el compañero de trabajo. Poesía es crear un espacio con las palabras para poder sobrevivir en un mundo donde el futuro es lo único que no importa y que, sin embargo, está a la vuelta de la esquina. La poesía es desgranar palabras para llegar más allá de dónde se posan nuestros ojos, poder ser empáticos y regalarle a los otros la sonrisa que hace la diferencia.
El mundo se mueve, cambia y se degenera. Hacen falta leer más poesía, hace aún más falta que las personas lean. Es una tristeza que muy pocas personas lean libros en México, somos un país con un nivel cultural muy bajo en la población, algo que es irónico ya que tenemos un pasado muy rico en este aspecto. Si paseamos por las librerías es una tristeza que la sección de poesía sea de las más pequeñas —cuando existe, porque en muchas no la encontramos—, señal que mucha gente no tiene interés en ella. La poesía es importante, es muy importante en nuestro mundo. Sin ella podríamos condenarnos, comenzaríamos a perder nuestros valores elementales, la posibilidad de un futuro digno. Es la voz que nos grita lo que no debemos hacer, que nos avisa del camino equivocado; como nos lo muestra el mismo Juan Gelman en su discurso de aceptación del Premio Cervantes en el 2007:
Juan Gelman
“…¿Qué hubiera dicho hoy, en un mundo en el que cada tres segundos y medio un niño menor de cinco años muere de enfermedades curables, de hambre, de pobreza? Me pregunto cuántos habrán fallecido desde que comencé a decir estas palabras. Pero ahí está la poesía: de pie contra la muerte.”