Empieza el año, regreso de un pequeño viaje de vacaciones, con ideas nuevas, con una especie de espíritu renovado. No es por el comienzo de año que escribo esto, sino porque tuve tiempo de pensar, pensar en cosas que normalmente no pienso. Mejor dicho, tuve tiempo para no pensar en cosas, solo divagar sin temas, sin preocupaciones, sin buscar razones. En otras palabras: tuve tiempo de acomodar mi mente, de calmar el espíritu y eso es bueno.
No tengo muchas cosas nuevas que contar, no hay noticias asombrosas, ni sucesos que marquen diferencia. Solo un ánimo renovado de seguir adelante, de continuar lo que estaba haciendo, sin entusiasmo desbordado.
Estoy con mi espíritu tranquilo, en calma; que invita a la constancia y no dejar sin terminar lo que se empecé. Comienzo el año bien, espero que termine de la misma manera.